jueves, 8 de noviembre de 2012

Los sonidos que hay que entender




Los maullidos varían de entonación, intensidad y duración en correspondencia con el humor, circunstancias particulares y temperamento del gato, y de que vayan dirigidos a otros gatos o a un ser humano. Maúllan mucho más fuerte cuando se comunican entre ellos que cuando lo hacen con humanos. Con el maullido nos pueden indicar que necesitan algo o, como es en la época del celo, en la que se pueden oír maullidos prolongados y algo entrecortados sobre todo por las noches.

Las vocalizaciones en el gato son producidas por cambios en la tensión muscular de la garganta y la boca, que tensan o relajan las cuerdas vocales, y por cambios en la velocidad en que es expulsado el aire de los pulmones.
El gruñido es una señal de amenaza con carácter ofensivo y suele acabar en una especie de grito estridente.

El ronroneo del gato es una verdadera rareza fisiológica que no comparte con los restantes felinos. Mediante el ronroneo calma y hace dormir a sus cachorros, muestra un estado emocional relajado y amigable y agrada a su familia humana.
El ronroneo es un fenómeno de origen hemodinámico antes que aerodinámico. La vibración se origina en la vena cava posterior, en la cavidad torácica. Donde la cava atraviesa el diafragma, la contracción de los músculos a su alrededor comprime el flujo sanguíneo provocando así una transición de flujo suave a turbulento produciendo oscilaciones similares al movimiento de una bandera agitada por el viento. Estas vibraciones son transmitidas y amplificadas por los bronquios llenos de aire y la tráquea.

El ronroneo es único en los gatos y expresa satisfacción, afecto y bienestar; suele acompañarse de ojos entrecerrados como señal de comodidad.

Así nos hablan los gatos




Para comprender a nuestros gatos no tenemos más que observar cómo se comunican, ese lenguaje particular en el que se valen tanto de la expresión facial como del lenguaje corporal y del lenguaje oral.

“El hombre es civilizado en la medida en que comprende a un gato” vino a decir G. Bernard Shaw. Para comprender a este fantástico felino doméstico no tenemos más que observar cómo se comunican, ese lenguaje particular en el que se valen tanto de la expresión facial como del lenguaje corporal y del lenguaje oral, con las vocalizaciones o típicos maullidos, siendo estos últimos los que con mayor facilidad nos comunican sus estados anímicos.

Lo cierto es que los gatos que viven en casa se comunican con nosotros constantemente a través de esa forma característica en la que intervienen distintos elementos de su cuerpo, la boca, la cola, las orejas, los bigotes e incluso la piel. Ya los egipcios, verdaderos amantes de los gatos, estudiaron el lenguaje de los gatos y hasta nuestros días no se ha dejado de averiguar sobre ello, dado la multitud de registros que se pueden valorar.

El asunto de los castigos




Los castigos son un punto muy delicado en la educación de un gato. Por una parte, porque es difícil saber que el animal realmente se da cuenta de cuál es el motivo por el que se le castiga. Y por otra, porque el gato puede reaccionar mostrándose cada vez más desconfiado hacia usted, especialmente si los castigos son frecuentes.

Por lo tanto, lo mejor es no llegar nunca a las manos. Es preferible asustarlo con un grito o una palmada con las manos en el momento en que lo encontremos in fraganti. También puede ser eficaz asustarlo con el chorrito de una pistola de agua. Lo ideal sería que el gato no relacionase el castigo directamente con usted, sino con el lugar que le está prohibido.

Para el minino, la situación sería la siguiente: mientras está afilándose a conciencia sus uñas en el sofá, le cae por sorpresa un chorrito de agua que no sabe de donde viene: ¡es el sofá que se defiende porque no le gusta que lo arañen!

Recuerde que los castigos solamente serán efectivos si los aplica en el momento en que sorprende a su minino con las manos en la masa. No sirve de nada castigarlo por algo que ha hecho hace un rato, así nunca conseguirá educarlo.


Educar gatos fácilmente





Los gatos se comunican en gran parte mediante el olfato. Pero la comunicación entre el gato y las personas es muy distinta, porque la información fluye solamente en un sentido. Nuestro olfato, como mucho, detectará un “mal olor” (principalmente orina y excrementos) pero no será capaz de entrar en detalle, mientras que cuando el gato olfatea y saluda a su amo es capaz de enterarse de todo lo que ha hecho.

Imaginemos un caso normal y corriente. Una persona llega a casa y su gato sale a recibirle a la puerta con la cola levantada y maullando de felicidad. Pero antes que el minino se frote contra la pierna de su gran amigo, le olfatea brévemente el zapato. 
¡Un momento! ¿Será posible? Éste acaba de pisar una marca olorosa del gato del vecino. Debe estar justo delante de la puerta de la casa. Más tarde tengo que ir sin falta a investigarlo”. 
O bien: “Curioso. No huele a su coche como siempre, sino a algo distinto. ¡Aquí hay algo que no encaja! Esperemos que al menos sepa comportarse con normalidad”.

Ahora la persona se agacha hacia su gato para corresponderle el saludo acariciándolo cariñosamente. Éste ronronea de gusto, pero al cabo de un instante empieza a hacer ondular la cola de un lado a otro. “¡No es posible! ¡Hace poco ha acariciado un perro!”. El gato se siente muy ofendido y se aparta un poco. Su dueño se sorprende: “¡Vaya! ¿Qué le pasa hoy a mi lindo gatito?”.

Más o menos así es como nuestros pequeños felinos perciben una infinidad de detalles que a nosotros nos pasan totalmente desapercibidos.

El estrés felino




El estrés felino, es una afección que se presenta con mucha frecuencia en los últimos años y que en ocasiones nos enmascara importantes hallazgos clínicos en la consulta médica veterinaria es el estrés.

Al igual que los humanos, los gatos también han empezado a padecer ciertas enfermedades modernas, que afectan su comportamiento, desempeño y su salud. Hoy en día nuestras vidas se han vuelto más caóticas, ya que el tiempo que disponemos para dedicarnos al descanso, a la familia, a la diversión es cada vez menor y esto también lo sienten nuestras mascotas tanto gatos como perros; por otro lado, la alimentación, contaminación, la radiación, el ruido y el efecto de las ondas electromagnéticas son unos de los factores que predisponen a que día a día se manifiesten más y nuevas patologías.

Se puede considerar estrés cualquier agresión emocional, física, social, o de otro tipo que exija una respuesta o un cambio por parte del individuo, como por ejemplo la deshidratación que puede condicionar una elevación de la temperatura corporal o la separación de un cachorro de su madre estimulando su llanto.

Convivir cómodamente con un gato





Nuestro gato tiene que aprender a respetar a las personas con las que convive. Los puntos críticos que debemos tener en cuenta para hacer más llevadera la coexistencia hombre-gato son la utilización del cajón de arena, el rascador, el aseo general y la alimentación. Para que nuestro gato aprenda a utilizar correctamente el cajón de arena, es recomendable que lo dejemos en un lugar tranquilo y lo limpiemos correctamente. La materia fecal se debe eliminar diariamente y es necesario cambiar la arena una o dos veces por semana, dependiendo de la cantidad de piedrecitas impregnadas con orina.

Para impedir que nuestro gato arañe los muebles, se pueden poner obstáculos físicos, o bien cubrir el mobiliario con fundas de distintos materiales o rociarlo con ciertas feromonas felinas que se pueden encontrar en las tiendas veterinarias.

El aseo general, también, es uno de los factores primordiales sobre el que tendremos que trabajar. La aversión de los gatos al agua es conocida por todos, por ello, para evitar tener un gato adulto en casa que no seamos capaces de meter en la bañera, es conveniente comenzar a realizar actividades de aseo a una edad muy temprana. El cepillado, cortarle las uñas... son cosas que el gato debe conocer durante sus primeras semanas de vida, periodo en el que se produce su socialización.

Por último, el factor alimentación es también muy relevante para mantener la higiene en una casa con gato. A las cuatro o cinco semanas de vida, el gatito comienza a comer y es en este momento cuando debe empezar a consumir pienso. Así fijaremos sus gustos alimenticios cuando sea adulto y no aparecerá con presas muertas. 

Para mejorar el cuidado de nuestro gato, nada mejor que visitar este enlace.
Si queréis obtener mas información acerca de arena de gatos, podéis dar una vuelta por aquí.

Hablan con su cuerpo





Las emociones de los mininos se nos muestran con gran claridad por medio de la coreografía de su cuerpo. En el modo de actuar de un gato influyen principalmente sus singularidades genéticas y el modo en el que ha sido educado. No podemos esperar el mismo recibimiento de un gato que ha sido maltratado, que de otro que siempre ha estado amparado bajo el calor de una familia cariñosa.

Desde la cabeza hasta la cola, el gato es un libro abierto de gestos plenos de significado. Los gatos confiados y con liderazgo dentro de la camada suben la cabeza para mostrarse valientes, pero si un gato no tiene confianza suficiente con nosotros o es más sumiso, agachará la cabeza. Si nos ofrecen su cabeza, es para que la acariciemos y nos marquen con su olor.

Cuando un gato nos mira fijamente con sus grandes ojos es para que seamos conscientes de que nos está observando. Ante gente desconocida, un gato suele acercarse a los que permanecen indiferentes, en vez de acudir a aquellas personas que le llaman.

Con las orejas, un gato puede hacer muchos movimientos y las enfocará hacia los ruidos que escuche. Si las tiene hacia arriba, significará que es feliz pero si las dirige hacia delante en ángulo, es porque está molesto. Por otra parte, los bigotes también pueden darnos una pista de su estado de ánimo: estiradas y hacia delante, está contento mientras que hacia atrás, tiene miedo. La boca abierta puede ser una amenaza y un síntoma de agresividad, sobre todo si emite algún gruñido.

Sin embargo, el mejor diccionario es la cola: cuanto más baja, más triste está el minino. Si la mueve rápidamente es que está enfadado y puede mostrarse agresivo, pero un movimiento suave y pausado, es sinónimo de tranquilidad, de que quiere jugar o de que está concentrado en algo. Si la cola está rígida, tendremos que fijarnos en la punta de la misma: si está quieta, el gato quiere algo; si esta recta, está feliz, y si se mueve mucho, está irritado.