Las
emociones de los mininos se nos muestran con gran claridad por medio de la
coreografía de su cuerpo. En el modo de actuar de un gato influyen
principalmente sus singularidades genéticas y el modo en el
que ha sido educado. No podemos esperar el mismo recibimiento de un gato que ha
sido maltratado, que de otro que siempre ha estado amparado bajo el calor de
una familia cariñosa.
Desde la cabeza hasta
la cola, el gato es un libro abierto de gestos plenos de significado.
Los gatos confiados y con liderazgo dentro de la camada suben la cabeza para
mostrarse valientes, pero si un gato no tiene confianza suficiente con nosotros
o es más sumiso, agachará la cabeza. Si nos ofrecen su cabeza, es para que la
acariciemos y nos marquen con su olor.
Cuando un gato nos
mira fijamente con sus grandes ojos es para que seamos conscientes de que nos
está observando. Ante gente desconocida, un gato suele acercarse a los
que permanecen indiferentes, en vez de acudir a aquellas personas
que le llaman.
Con las orejas,
un gato puede hacer muchos movimientos y las enfocará hacia
los ruidos que escuche. Si las tiene hacia arriba, significará que es feliz
pero si las dirige hacia delante en ángulo, es porque está molesto. Por otra
parte, los bigotes también pueden darnos una pista de su estado de ánimo:
estiradas y hacia delante, está contento mientras que hacia atrás, tiene miedo.
La boca abierta puede ser una amenaza y un síntoma de agresividad, sobre todo
si emite algún gruñido.
Sin embargo, el
mejor diccionario es la cola: cuanto más baja, más triste
está el minino. Si la mueve rápidamente es que está enfadado y puede mostrarse
agresivo, pero un movimiento suave y pausado, es sinónimo de tranquilidad, de
que quiere jugar o de que está concentrado en algo. Si la cola está rígida,
tendremos que fijarnos en la punta de la misma: si está quieta, el gato quiere
algo; si esta recta, está feliz, y si se mueve mucho, está irritado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario